martes, 30 de noviembre de 2010

INSTINTO

(Relato real)


Desde que lo supe estoy destrozada, me hiere tanto en el Alma que lloro en silencio. Me lastima tanto, me vienen unas ganas escandalosas de gritar mi dolor o desaparecer para siempre. Lo que voy a contar a continuación puede que tenga errores gramaticales, porque quizás no tiene realmente la intención de ser escrito como “profesional” y se va a parecer más al Diario Íntimo de una niña de diez años, que una historia que quiere ser escrita por una de dieciocho. En fin.





Tengo dos hermanas mayores, la más grande tiene dos hijos varones y la otra tiene tres nenas. Los domingos se reúne toda la familia y comemos algo juntos, o salimos a pasear. A veces, alguna de ellas no puede ir porque tiene que irse a algún encuentro con la familia de su esposo, pero es raro que estemos un fin de semana sin verlas.
Bueno, en mi casa desde octubre comenzaron a remodelar, poner nuevos azulejos, pintar, agrandar el comedor, etc. Para romper las paredes de mi casa, mi papá creó en la terraza, un monoambiente para que vivamos arriba un mes y medio hasta que se termine acá abajo. De paso, me hago un lugarcito para aclararles que si no escribo, no estoy en el MSN, o no respondo los correos, es por eso. Yo no quiero de ningún modo irme arriba porque no voy a tener compu, no voy a estar en mi refugio (mi amado dormitorio) y voy a tener que dormir en una misma habitación con mis padres, seguramente después se me ocurrirán otros motivos, pero los principales son esos. Como ellos me habían aclarado que, si no quería ir allí en ese período de tiempo, me podía ir a vivir una semana con mi hermana Valeria (la más grande) o con Natalia (la del medio); el domingo le pedí si me podía ir a su casa cuando ya sea la hora de irme arriba.
Ella respondió con un mohín de “no sé”, hundiendo la cabeza entre los hombros y haciendo puchero, “Preguntale a mamá si te deja”, aclaró. En ése mismo instante, supe que no me querría en su casa. Mire a mi madre, quien siempre está enojada conmigo por la mierda que soy, y ella me gruñó que a quien le había pedido permiso para ir a la casa de mi hermana, o algo así. Quedé consternada, porque hace un mes ellos me ofrecían que me quede en la casa de alguna de ellas, mencioné esto y me trató de mentirosa, que ella no había dicho eso. Yo tenía unas ganas de llorar inmensas. No sólo porque mi madre me trataba de fabuladora, sino también porque no iba a ir de todas formas a la casa de Naty.
Sabiendo que yo adoro ese lugar, es tan distinto a mi hogar. Mi cuñado respeta a mi hermana y la ama, le habla tan dulcemente que es para derretirse, la acaricia, la besa, le cocina. Es encantador, mientras que en casa mi madre siempre es insultada, tiene una cornamenta del tamaño de Rusia y mi papá actúa como un macho cabrío. Hay que plancharle, prepararle la ropa, cocinarle, irle a comprar sus adictivos cigarrillos, obedecerlo, le gustan las chicas de mi edad y más jóvenes aún. Me das tanto asco, deseo tanto tu muerte… El AMOR SANO que hay en ese hogar es tan acogedor, me gusta quedarme ahí, hablar con mi sobrina mayor de casi 14 años, tomar la merienda con la del medio, Valentina, alzar a upa a la pequeña Victoria, de tan sólo cuatro meses de vida, y a la hora de la siesta apoyar mi cabeza en el regazo de mi hermana mientras ella me acaricia el pelo.
Pero no, ya no.
Eso ya quedó en el pasado.
Natalia le dijo a nuestra madre que no quiere que vaya porque voy a pelear con mi sobrina mayor, Tatiana (?). Aunque yo sé la verdadera razón: tan sólo basta mirarme para saberla. Si, mírenme. Soy un monstruo, miren mis brazos, todos tajeados y sangrantes; miren mis ojos, siempre tristes, reflejando mi infelicidad; miren las palmas de mis manos, escritas, porque me inspire en alguna frase o palabra y necesito escribirla ahí para que nadie la vea; miren mi página web. "¿Tenés Facebook?" ¡No! ¡Claro que no! ¡Tengo un patético blog donde escribo sobre mi depresión y mi fascinación hacia la muerte! Miren a mi pareja, que de tanto que le lloro se pudrió de mi y ya no me consuela; miren a mi madre como llora por como soy, una estupida infelíz que va a terminar sola o suicidada. Miren a mi padre que se lamenta cada puto día el hecho de no haber calmado su calentura y haber engendrado una desalmada como yo en el vientre de su mujer.
Irónicos.
Después le preguntan a una porque se corta.
Ella ve rojo en esos brazos cortados y piensa “Rojo es igual a peligro”, saca a su bebé de los brazos del demonio y la salva, agarra a sus otras dos chiquitas y las entra en su nido. Donde es prohibido para el demonio entrar. El demonio llora por no ser aceptado. Es que él y la mujer tienen la misma sangre y a la vez es puramente diferente, ellos son hermanos y a la vez no, ellos conviven y a la vez viven separados, ellos vienen del mismo vientre maternal y a la vez son de diferente padre.
¿Cómo no voy a comprenderte? Por supuesto que tenés razón Naty, una porquería como yo no puede convivir con tus tesoritos, capaz que les hago mal con la visión de mis muñecas cortadas, capaz que les hablo de la noche en que planee matarme, capaz que les cuento historias como las que cuento aquí, ¿no? Mejor evitarme y cuida a tus nenas, son preciosas, ¿sabes? Te felicito. Sigue protegiéndolas de mí, de la calle, de mi padre, de los hombres, porque tu instinto de madre así te obliga, ese instinto único que seguro dará frutos.
Y el demonio disfrazado de niña se quedara solo, sentado en un rincón, con los bracitos cortados y una mirada que divisa de donde proviene: del mismísimo Infierno. 
 

2 comentarios:

  1. Creatura: ¡todo no puede ser tan negro! Hay que cambiar el cristal con que se mira.Poné el amarillo, todo será más luminoso. Un abrazo fuerte, ¡fortísimo! María.

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