lunes, 22 de noviembre de 2010

LO PERVERTIDO DE MI

Suena el timbre.
Llegó la hora. Ha llegado.
Abro la puerta y lo entro amarrándolo de los pelos. Lo llevo hasta la mazmorra, donde mi esclavo será sometido.
 “Arrodíllate”, me grita. Y como buen perrito que soy, lo hago. Siento temor, pero a la vez, un profundo placer que me hace volver a este lugar de tortura .Cómo me gustaría que me vuelva a pisar con sus tacones..
¿Qué diablos le pasa? No se está concentrando, que sumiso mas incapacitado para esto, ¿le gustará de verdad? ¿O sólo lo hará para experimentar?  “¡Despierta!- me grita- , ¿que acaso no respetas a tu ama? Te voy a castigar. Y dejarte la espalda tan roja que no podrás acostarte.” De ahí, mi ama toma el látigo de tiras con punta, se posa a mi lado y comienza a darme con mano pesada. Ah, que bien se sentía, me lo tenía merecido. No pares Ama, hazme  sentir dolor… Cuánto la adoro. Sí, si, sufre cariño, así me gustas, dolido y caliente. Creo que empiezo a humedecerme, mejor cambiemos. Espera un minuto.
“¡¿Donde está tu collar, perro?!” Esas palabras me hicieron temblar, olvidé que al llegar aquí, ya tengo que tenerlo puesto. “En mi saco Ama.” Que tonto he sido, tómame ama, abuse de mí, tome de este esclavo que está entregado en cuerpo y Alma, lléveme de nuevo a ese mundo de tortura y placer. “Dime,- tomo tu barbilla y la subo a la altura de mi cara- ¿me escuchas cuando te ordeno algo?” Mi esclavo responde con un cabeceo. Entonces, ¡obedece! Lo abofeteo y me encanta, lo abofeteo una y otra vez y me encanta. Desobediente, sucio, muy mal esclavo. Lo abofeteo de nuevo y el llora. ¡¿Comprendes ahora, estúpido?! ¡Besa mis pies! ¡¿Cómo se dice esclavo?! “Gracias, Ama”. ¡Que vocecita tan quebrada, se lo tenía merecido! ¡Ponte tu collar! Obediente, lo hago, no volveré a fallarle Ama, la amo tanto… Perdóneme. Con la correa puesta me pone contra la pared, empiezo a sentir en sus labios, mi parte más íntima y placentera. Ella se mueve y rasguña mi espalda. Que caliente se siente dentro suyo. Me gustas así, me gustas lasciva, pecadora, lujuriosa. ¿Querrá ya su ración? Mejor espero.
“Súbete a ese taburete y repite después de mí: soy el esclavo de Ama Elizabeth. Soy sólo suyo, me entrego en cuerpo y Alma. Para que, de este modo, ella me tome como su instrumento de goce y satisfacción.”
 “Soy el esclavo de Ama Elizabeth. Soy sólo suyo, me entrego en cuerpo y Alma. Para que, de este modo, ella me tome como su instrumento de goce y satisfacción.”
Así es, chiquito, tu eres mío. Y ahora prosigamos, porque tu lugar está en mis brazos y el mío con estos demonios. Ahora acuéstate, voy a poseerte, con cada célula de mi posesión.

Tú si que sacas mi parte mas perversa,
Tu si eres un buen esclavo.

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